Poneros en situación: en 1989 yo no
conocía a Aerosmith. Tenía 18 años y mi formación musical estaba todavía
bastante verde. Escuchaba a Adams, Mellencamp, Beatles, Loquillo… y de repente
un día veo esto en televisión:
Me quedé total y absolutamente
flipado. ¿Qué era eso? No recordaba haber visto ni oído algo tan alucinante. El
comienzo del vídeo, tan oscuro, rozaba lo siniestro. La figura alta y delgada
de Steven Tyler te atrapaba desde el primer momento, acompañada por la línea de
bajo de Tom Hamilton y esos teclados misteriosos que parecían de película,
formando un comienzo brutal. Por momentos dudabas si estabas viendo una
película o un vídeo musical.
Se intercalaban las imágenes de
la banda con las de los actores que representaban la historia que se cuenta en
la canción pero lo que más llamaba la atención era la bocaza del cantante ¡era
enorme!
La combinación de las imágenes de
la policía con la voz de Tyler in crescendo justo antes del estribillo creaba
una sensación de angustia que alcanzaba su máxima expresión cuando veías a
Janie correr a los gritos de “Run away, run away from the pain” acentuado por
el sonido de la guitarra de Joe Perry simulando el sonido de las sirenas de los
coches de policía.
El sonido que JP saca a su
guitarra en el solo era algo que no había oído nunca y me dejó tan asombrado
como ver a su Gemelo Tóxico arrastrándose por el suelo durante dicho solo. ¿Qué
hacía? ¿Se había vuelto loco? Sea como fuere, tenía claro que era guay, y que
tenía ante mí a un frontman como no había visto hasta entonces.
El vídeo fue todo un acierto,
pero la canción tenía la suficiente calidad como para sobrevivir por sí sola.
Me gusto tanto que decidí comprarme el disco en el que salía, me daba igual si
el resto de las canciones eran una mierda. Y así adquirí “Pump”.
Y lo que me encontré, como ya
todos sabréis, fue a la mejor banda de rock´n´roll americana del momento en su
cénit. “Pump” reafirmó todo lo bueno que apuntó “Permanent Vacation” y lo
mejoró un 300%. El bajo de Tom Hamilton y la batería de Joey Kramer marcaban un
ritmo atronador a lo largo de casi todo el álbum, con pocas pero gozosas
excepciones. La guitarra de Brad Whitford no era un mero acompañante: su base
era imprescindible para que las canciones destacaran como lo hicieron e incluso
aportó una gran composición propia, aunque eso sí, el mayor protagonismo se lo
llevaban como no, los riffs y solos de Joe “Fuckin´” Perry y sobre todo don
Steven Tyler, cuya garganta estaba más en forma que nunca y sus letras aunaban
humor y sexo en cantidades industriales.
El décimo trabajo de los de
Boston te atrapa desde el primer acorde de “Young Lust” y no te suelta hasta la
última nota de “What It Takes”.
Como decía, el álbum empieza con
“Young Lust” y qué manera de empezar: guitarrazos de power chords sirven de
presentación para que toda la banda entre como una locomotora, con mención
especial para la brutal batería de Kramer y la inesperada aparición de la
armónica de Tyler. “Lujuria Juvenil” no podía ser de otra manera.
Ya metidos en faena, a Steven no
le basta con un polvo, tiene que ser dos sin sacarla y por eso no hay pausa
entre el primer y el segundo corte, el tremendo “F.I.N.E”, un desparrame
rockero imposible de resistir. Si no se te van la cabeza y los pies detrás de
esta barbaridad es que estás muerto. El salido cantante está en plena forma y
vuelve a cantar sobre sexo desenfrenado “tengo la llave correcta pero el ojo de
la cerradura incorrecto”, lo que por cierto no tiene nada que ver con el
título, que son las siglas de “Jodido, Inseguro, Neurótico, Emocional”, que es
como se autodescribió el protagonista sobre la época en la que se drogaba.
“Love In An Elevator”, primer
single del LP podría ser la perfecta definición de lo que eran los Aerosmith de
finales de los 80: un riff genial de Perry sobre el que toda la banda hace sus
aportaciones para acabar creando un monstruo acojonante. Especialmente
llamativo el final “a capella”.
La slide de Joe anuncia “Monkey
On My Back”, un relato sin tapujos de la vida de su gemelo tóxico bajo la
influencia de las diferentes sustancias. Gran tema que fue tocado casi siempre
en la gira 89-90 de los bostonianos.
Si lo escuchado hasta ahora no
era suficiente, nuestros héroes nos regalan esa maravilla ya comentada antes
que es “Janie´s Got A Gun”, canción sobre un padre que abusa sexualmente de su
hija y ésta se venga “poniéndole una bala en el cerebro”. Fue el segundo
single.
“The Other Side”, cuarto single
de esta obra de arte, es otro temazo de ritmo rockero de una banda que llegó a
lo más alto, se despeñó y resurgió como el ave Fénix para gracias a este
trabajo, situarse por encima del bien y del mal.
“My Girl” es probablemente uno de
los temas más infravalorados del disco, comprensible en cierto modo porque
cuesta destacar cuando estás rodeado de esas “compañeras de viaje” que son las
demás canciones, grandes en todos los aspectos. Pero muchas bandas de la época
firmarían haber compuesto algo así.
“Don´t Get Mad, Get Even” empieza
como un blues con armónica incorporada que en el estribillo se convierte en el
estallido vocal al que Steven Tallarico (su apellido real) nos tiene
acostumbrados.
“Voodoo Medicine Man” es la
aportación compositiva de Whitford a la que hacía referencia anteriormente.
Empieza con unos sorprendentes efectos de sonido antes de que entren los
acordes del más joven de los Bad Boys From Boston. A continuación entra toda la
banda para completar el tema más curioso de todos los que componen “Pump”.
El LP acaba con el tema que se
convirtió en su tercer single, la impresionante “What It Takes”, una balada que
debería figurar en cualquier listado de las mejores canciones de Aerosmith y
que servirá de referencia para todas las que compongan en adelante y que,
irremediablemente, saldrán perdiendo en la comparación. Un corte en la que
destacan el solo de Perry y sobre todo la tremenda actuación vocal de Tyler.
Poco después de comprar este
álbum me compré el “Greatest Hits” de 1980
y de ahí en adelante todos los
demás hasta convertirme en un gran fan de la banda, a la que tuve el privilegio
de ver en directo en noviembre del 93 en Donosti y en junio del 94 en Zaragoza
en su gira de promoción de “Get A Grip”.
Las cosas han cambiado mucho
desde entonces, pero estoy convencido de que todavía vale la pena verles en
directo y sigo expectante de que se acerquen por aquí en su próximo tour. Soñar
es gratis. Mientras tanto, seguiré escuchando “Pump” a todas horas.
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