Todos conocemos a Jim Vallance como el co-compositor de las mejores canciones del Bryan Adams de los 80, pero lo que igual no todo el mundo sabe es que este vancouveriano también ha escrito decenas de buenísimos temas con o para otr@s grandes rocker@s; a veces con su colega el rubio, otras sin él. Rod Stewart, Kiss, Ted Nugent, BTO, Alice Cooper, Joan Jett, Lita Ford, Ozzy, Paul Rodgers... la lista es interminable. Hemos recopilado 10 de nuestras favoritas.
Se nos va el Capi. Se retira Carlos Gurpegui. Han sido 18 años en el Athletic Club, 14 en la primera plantilla. Un chaval cuyo sueño era ser futbolista profesional en un equipo que él mismo ha calificado como único. La posición era lo de menos. Por eso empezó de media punta, para hacer casi toda su carrera de medio centro y acabarla de central, puesto en el que seguramente jugó la mejor temporada de su carrera, la que acabó con el equipo clasificándose para jugar la previa de la Champions League.
Es inevitable, a riesgo de caer en el tópico, hacer referencia a sus orígenes. Probablemente, sólo un navarro, con el carácter que traen de fábrica, podría haber superado todos los obstáculos que se le han presentado, bien en forma de lesiones (incluso antes de debutar con el primer equipo) o de sanciones.
En los próximos días vamos a leer páginas y páginas sobre su capacidad de trabajo, de sacrificio, de ser el paradigma de lo que se entiende como un "jugador de equipo"... todo cierto. Yo quiero centrarme en su capacidad de liderazgo. En su rueda de prensa de despedida, Gurpe ha sido fiel a su estilo humilde y ha quitado importancia a la capitanía. Querido Carlos, hay dos tipos de líderes: los que imponen su autoridad al grito de "porque lo digo yo" y los que se convierten en referencia para los demás de forma natural, simplemente siendo un ejemplo día a día con su forma de hacer las cosas. Tú eres de los segundos.
Esto es como cuando un padre le dice a sus hijos que se laven las manos antes de cenar y ellos le contestan que él no se las lava nunca. Carlos Gurpegui se lavaría las manos todos los días antes de cenar y sus hijos, al verlo, harían lo mismo, sin necesidad de que se lo pidiera. El de Andosilla ha despertado tal admiración que ha sido ídolo incluso en las afueras de Bilbao, en ese barrio llamado A Coruña:
En la mencionada rueda de prensa, el momento más emotivo para el capitán ha sido cuando le ha tocado hablar de sus compañeros, a los que ha definido como "una pasada". Lo que no ha dicho, y probablemente lo escucharemos sin cesar a lo largo de los próximos días, es que él ha sido el mejor compañero posible para el resto de los componentes del vestuario, tanto jóvenes como veteranos. Cada uno recoge lo que siembra, Carlos. Y lo comprobarás este sábado en San Mamés.
Tengo la suerte de cruzarme con cierta frecuencia con él y una de las últimas veces fue tres días después de la última final de Copa en Barcelona. Simplemente pretendía decirle "hasta luego" pero, sin yo pedírselo, se paró durante cinco minutos a explicarme la tristeza que le produjo no poder recompensar a la afición con el título tras la "increíble, alucinante" experiencia vivida en el Camp Nou.
Ese es Carlos Gurpegui: capitán las 24 horas del día, dentro y fuera del campo. Carlos es Athletic hasta las trancas. Por suerte, parece que seguirá dentro del club de una u otra forma: algo absolutamente necesario para transmitir a las generaciones venideras los valores de esta institución.
Don Carlos Gurpegui Nausia ha declarado que le gustaría que le recordaran como una persona que, pese a todas las complicaciones, afrontaba todo con una sonrisa. Por ese motivo he elegido la foto que sirve de portada a este post: pocas veces he sentido mayor sensación de JUSTICIA que cuando levantó la Supercopa. Simbolizaba muchas cosas. Era, entre otras cosas, y tras mucho tiempo esperando, el triunfo de la sonrisa.
Cuarta visita (hay que
informarse mejor, señores periodistas) de Bryan Adams a Bilbao. A finales de
los 80 nos malacostumbró con dos visitas en tres años, pero luego tuvieron que
pasar 14 hasta la siguiente y el viernes que viene se cumplirán 11 desde la
última, que significó el primer concierto del, en aquel entonces, recién
estrenado Bizkaia Arena. Eso sí, entre medias actuó tres veces en Donosti.
Llegamos con tiempo
para coger sitio en las primeras filas porque en el concierto de 2005 dos
imbéciles nos amargaron la actuación permaneciendo EN LA PISTA completamente
inmóviles, con los brazos cruzados y echando miradas si se te ocurría moverte o
cantar. Eso no podía volver a pasar, así que nos plantamos allí media hora
antes de la apertura de puertas y conseguimos ubicarnos frente al escenario, a
unos escasos 8 metros del micrófono del canadiense. Con lo que no contábamos
era con el martirio de los putos selfies. Fue un no parar. Por suerte, el
número de autorretratos disminuyó cuando empezó el bolo, de lo contrario habría
sido para hacerse el hara-kiri en vivo y en directo.
El público estaba
compuesto por gente que oscilaba entre l@s treintañer@s que descubrieron a
Adams en los 90 y la gente más talludita. Desde las féminas que se derretían con
sus “Everything I Do”s y similares, hasta los rockeros que le siguen desde el
principio de su carrera y que van a escuchar lo mejor de su discografía
ochentera (entre los que nos incluimos).
Precisamente por llevar
tanto tiempo siguiéndole nos cuesta muchísimo ser objetivos. La gran mayoría de
los asistentes afirmarán sin duda que fue un conciertazo. Y cierto es que a
Adams nunca puede echársele en cara nada en cuanto a entusiasmo, entrega y
profesionalidad. Otra cosa es el repertorio. De antemano se sabe que vas a
tener que tragarte cierta morralla, pero hay algunas cosas que cuesta entender;
por ejemplo, el empecinamiento que ha tenido durante muchas giras con
enjaretarnos la abominable “Cloud Number Nine” versión Chicane (la original,
aunque pop, tenía un pase). O la manía, también desde hace demasiado tiempo ya, de acabar los
conciertos con “All For Love”. Creemos que no fue un megaéxito mundial de la talla
de “Everything I Do” como para despedirse con esa canción durante años. Para
compensar, hubo algún tema inesperado que cundió bastante y del que hablaremos
luego.
Bryan salió a escena
con un cuarto de hora de retraso sobre el horario previsto. La espera se hizo más
fácil gracias a que nos amenizaron con temazos de fondo de BB King, Beatles,
Dylan, CCR y The Clash, entre otros.
El de la Columbia
Británica empezó lo que acabó siendo una actuación de dos horas exactas con “Do
What Ya Gotta Do”, una de nuestras canciones favoritas de su nuevo álbum “Get
Up”, el cual venía a presentar, para a continuación empezar a desgranar sus
grandes éxitos. Llamó la atención lo pronto que tocó los temas de “Reckless”
(de hecho, de los 8 primeras temas, 5 pertenecían a esta obra). Especialmente
satisfactorio fue escuchar “She’s Only Happy When She’s Dancin’”, recuperada
para el directo, tras muchos años en el olvido, en su última gira con motivo del
30 aniversario de su disco más conocido (el cuarto, no el tercero; insisto
señores periodistas, infórmense).
Otro gran tema de su último vinilo que nos
regaló fue un “Go Down Rockin’” que sonó genial.
Y entonces llegó
nuestro momento favorito de la noche, por inesperado: Bryan nos metió en una
cápsula del tiempo llevándonos a nuestra adolescencia interpretando un
delicioso “This Time” que no habíamos podido degustar en 25 años. ¡Grande!
Fue una gran primera
parte de concierto; sin embargo, personalmente creemos que es un error soltar
las canciones más clásicas tan pronto: “Run To You”, “Heaven” y “Summer of ‘69”
deberían sonar en la parte final, mejoraría la emotividad de la velada sin
duda. ¿Os imagináis, por ejemplo, a Queen tocando “We Will Rock You” y “We Are
The Champions” en la primera parte del bolo? Pues eso. En cualquier caso estas son apreciaciones personales.
Siguieron cayendo grandes
éxitos, unos que gozamos como “Somebody”,
o "Cuts Like A Knife"
y otros no tanto
(“Everything I Do”, “Have You Ever Really Loved A Woman”). Otra de las
sorpresas de la noche fue recuperar la balada del 96 “I’ll Always Be Right
There”, rara vez interpretada en directo pero tocada con maestría por el gran
Keith Scott, mano derecha del vancouveriano afincado en Londres y que tanto con
la eléctrica como con la española demostró todo su poderío a las seis cuerdas.
Especialmente destacado el solo ampliado de “Heaven”, el cual se llevó una de
las mejores y más merecidas ovaciones de la noche.
Gary Breit a los teclados
Norm Fisher al bajo
y Mickey Curry a la batería completaron la eficiente banda
de apoyo a las dos estrellas indiscutibles del espectáculo.
Como anécdotas contar
que Adams tuvo un par de ataques de tos durante la actuación (quizá fuera por
el aire acondicionado, que estaba a tope) y que interpretó “Let’s Make A Night
To Remember” a petición de algunos asistentes; no estaba en el setlist y se
notó: el cantante no consiguió recordar la letra ni los acordes.
El momento baile del
blues “If Ya Wanna Be Bad, Ya Gotta Be Good” se vio lastrado por la elección
equivocada de la protagonista. Suele cundir, pero fue a escoger a la más sosa
de todo el BEC. Mala suerte.
En los bises, arrancó
con su último single, un “Brand New Day” todavía mejor en directo que en su
versión original
para seguir con el “C’mon Everybody” de Eddie Cochran que ya
tocara en el 91 en La Casilla
y, entre otras, la siempre emocionante “Straight
From The Heart”.
En resumen, ¿fue un gran
concierto? Sí. ¿Volveríamos? Sin duda. Pero Bryan hijo ¿cómo puedes dejar fuera “One
Night Love Affair” o “Hearts On Fire” y tocar “She Knows Me” y “I’ll Always Be
Right There”? ¿Crees que alguien las habría echado de menos? Si te exigimos es
porque sabemos lo que puedes dar de sí. Pero bueno, está bien, lo arreglarás la
próxima vez. Pero que no vuelvan a pasar 11 años ¿vale?
SETLIST
1 + 2 + 3. DO WHAT YOU GOTTA DO + CAN'T STOP THIS THING WE STARTED + SHE'S ONLY HAPPY WHEN SHE'S DANCIN'